Asesinatos de los Benedictinos del Monasterio de El Pueyo de Barbastro
Resumen
Las autoridades revolucionarias de Barbastro se acercaron hasta el Monasterio de El Pueyo para registrar el edificio y apresar a la comunidad religiosa. Como hicieron con el resto del clero de la localidad, fueron encerrados en la improvisaba cárcel de las Escuelas Pías. Hasta los primeros días de agosto la situación estuvo controlada en la ciudad de Barbastro, pero ante la llegada de las milicias procedentes de Cataluña se abrió un proceso represivo y una violencia anticlerical que llevó a la muerte a los 17 religiosos benedictinos. El recuerdo de su muerte, junto con la de los seminaristas claretianos y la del obispo Florentino Asensio, marcó la memoria sobre la guerra y el anticlericalismo en la ciudad de Barbastro.
Lugares
Lugar del arresto: Monasterio El Pueyo, Barbastro.
Lugar de encarcelamiento: Colegio de las Escuelas Pías de Barbastro.
Lugar de la muerte: Camino de Berbejal y cementerio de Barbastro.
Fecha
Fecha del arresto: 22 de julio de 1936.
Fecha de la muerte: 9 al 28 de agosto de 1936
Tipo de violencia
física, privación de la libertad y asesinato. Los benedictinos fueron fusilados, junto con otros religiosos, víctimas de la violencia anticlerical desatada en la retaguardia republicana durante la guerra civil española (1936-1939).
Insitución/Agente
Grupos de milicianos
Víctimas
Mauro Palazuelos Maruri (Prior), Honorato Suárez Riu, (Subprior), Mariano Sierra Almanzor, Leandro Cuesta Andrés, Raimundo Lladós Salud, Lorenzo Sobrevía Cañardo, Santiago Pardo López, Lorenzo Santolaria Ester, Fernando Salinas Romero, Domingo Caballé Bru, Ángel Fuertes Boira, Ildefonso Fernández Múñiz, Anselmo Palau Sin, Vicente Burrel Enjuanes, Ramiro Sanz de Galdeano Mañeru, Rosendo Donamaría Valencia, Lorenzo Ibáñez Caballero, Aurelio Boix Cosials
Contexto
Incrustada en lo más profundo de la tradición anticlerical estaba la imagen de los conventos como lugares que acumulaban y escondían tesoros o armas. Esto, mezclado con la convicción de que la Iglesia apoyaba a los sublevados, hizo que en los primeros días de julio de 1936 por todo el territorio que quedó en zona republicana las nuevas autoridades revolucionarias se acercaran hasta los edificios religiosos para realizar registros y detenciones.
En Barbastro no triunfó la sublevación y las nuevas autoridades se desplazaron hasta el Monasterio de El Pueyo, situado en lo alto de una colina a unos 5 km de la ciudad en dirección Huesca. El 22 de julio quedaron detenidos todos los padres y hermanos del monasterio. Primero se les bajó al “Mesonet”, cercana propiedad del monasterio, donde pasaron la noche. Al día siguiente los llevaron al Colegio de los escolapios, prisión improvisada en Barbastro, donde también fueron encarcelados los religiosos claretianos, escolapios, sacerdotes de la ciudad y de pueblos de alrededor, y el obispo de la diócesis. El 24 de julio el coronel Villalba, jefe de las tropas de Barbastro, definió su fidelidad a la República. Los religiosos ya estaban detenidos.
El monasterio no fue destruido, pero sí sufrió daños en su patrimonio. La imagen de Cristo Rey fue decapitada y rompieron la de la Virgen de El Pueyo. Ambas, las imágenes de Cristo y de la Virgen, fueron los símbolos católicos más dañados durante la guerra. A lo largo de toda la retaguardia republicana, símbolos y patrimonio fueron atacados y, suspendido el culto, se dieron nuevos usos a los edificios religiosos.
Pese a que la destrucción de imágenes y la agresión a religiosos se había producido en otros momentos de la historia del anticlericalismo español, toda esta iconoclastia y el nivel de violencia física contra los religiosos solo puede explicarse por el desmoronamiento del orden establecido tras el fracaso de la sublevación en la mitad oriental de Aragón que dejó paso a la ansiada revolución social, que debía terminar con todos los símbolos del anterior orden social. La llegada de las milicias en los primeros días de agosto a Barbastro desencadenó la violencia física contra los religiosos. Hasta ese día, las autoridades, destacando la actitud del anarcosindicalista Eugenio Sopena, contuvieron la violencia.
En Barbastro, sin contar el clero secular, la represión se cobró 77 vidas de religiosos de clero regular masculino, ninguna víctima de órdenes femeninas. De ellos, entre el 9 y el 28 de agosto, 18 benedictinos fueron fusilados en el cementerio de la localidad.
Memoria de dicha violencia
Las muertes de los benedictinos, y sobre todo las de los seminaristas claretianos, marcaron la memoria del anticlericalismo y la guerra civil en la ciudad de Barbastro. Sus muertes están muy documentadas. En noviembre de 1937 los arzobispos metropolitanos reunidos en San Isidro de Dueñas, Palencia, toman la decisión de publicar un nomenclátor de los religiosos fallecidos en la guerra. Cuando las tropas franquistas ocuparon la zona oriental de Aragón, las diócesis encargaron a los nuevos párrocos realizar un informe de lo ocurrido en sus nuevas parroquias desde el 18 de julio de 1936. Además, la Causa General, iniciada por decreto del Ministerio Fiscal en 1940, recoge también los informes correspondientes.
Para el régimen franquista, el recuerdo de los denominados “mártires de la cruzada”, fue clave en la construcción de la memoria de la guerra, e incluía, junto a los religiosos represaliados por el bando republicano, a todos los que habías muerto luchando o defendiendo la sublevación. Conforme van ocupando los territorios de la mitad oriental de Aragón, igual que ocurre en el resto del estado, van celebrando rituales de conmemoración. En la sesión del 16 de abril de 1938, la Corporación de Barbastro acuerda celebrar un acto en recuerdo de los mártires. Posteriormente la memoria se labrará en piedra, en placas y monumentos. En 1941, el Ministerio de Gobernación acepta el proyecto presentado por la Corporación para el monumento de los mártires que se situará en la plaza de la Constitución que desde 1940 pasó a ser de los mártires.
El Vaticano se resistió a la beatificación de los religiosos y seglares católicos asesinados durante la guerra civil española hasta el pontificado de Juan Pablo II. Fue el Papa Francisco quien beatificó a los 18 benedictinos del monasterio de El Pueyo el 13 de octubre de 2013 en la multitudinaria beatificación de Tarragona, con 522 mártires beatificados fue la más numerosa de la historia de la Iglesia. La festividad religiosa en su memoria se celebra el 28 de agosto.
Actualmente la Ley de Memoria Democrática de 2022 (Ley 20/2022, de 19 de octubre) obliga a retirar los símbolos franquistas en España. Esta ley amplía y refuerza las disposiciones de la anterior Ley de Memoria Histórica de 2007, que ya ordenaba a las autoridades a tomar medidas para la retirada de símbolos franquistas en edificios, calles y lugares públicos. En el año 2023 la Diócesis de Barbastro-Monzón mantuvo las listas de víctimas, pero procedió a retirar la simbología franquista, las menciones a caídos por Dios y por España y José Antonio Primo de Rivera de la pared de la Iglesia de San Francisco de Asís y del Cementerio del Cabildo-Catedral.
Bibliografía
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Dicasterio para las Causas de los Santos. [Consultado el 27 de febrero de 2025]. Disponible en: https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/csaints/index_sp.htm
Monasterio Nuestra Señora del Pueyo. [Consultado el 27 de febrero de 2025]. Disponible en: http://monasteriodelpueyo.org/.
Autoría
Ester Casanova Nuez (Universidad de Zaragoza)