Asesinato del cardenal Juan Soldevilla
Resumen
El asesinato del cardenal Juan Soldevilla a manos del grupo anarquista “Los Solidarios” en 1923 es uno de los casos de violencia anticlerical más famosos y relevantes de la historia de España. El magnicidio ocupó la primera plana de periódicos de España y el extranjero ya que se trataba del primer prelado asesinado en Europa desde la ejecución en 1871 del arzobispo de Paris, Georges Darboy. El asesinato se explica en el marco de la violencia social, política y patronal del período 1917-1923, en concreto se justifica como respuesta al asesinato del sindicalista Salvador Seguí en Barcelona. Sin embargo, también responde hacia el anticlericalismo y hacia los discursos de odio contra el catolicismo entendido como pilar del orden burgués. El atentado fue utilizado por Miguel Primo de Rivera para legitimar el golpe de Estado de septiembre de 1923.
Lugares
Escuelas del Terminillo, entre C. de Sta María Reina, 2 y Calle de la Milagrosa, CP. 50009 Zaragoza
Fecha
4 de junio de 1923
Tipo de violencia
Física, asesinato.
El cardenal Soldevilla fue acribillado en su coche a a la entrada de las escuelas del asilo de las Hijas de San Vicente, que él mismo había fundado.
Insitución/Agente
Rafael Torres Escartín y Francisco Ascaso, miembros del grupo anarquista Los Solidarios.
Víctimas
Cardenal Juan Soldevilla
Entierro de Soldevila, Fondo Julio Requejo, Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, 1923.
Contexto
El anticlericalismo no siempre se ha traducido en violencia física hacia el clero. Por ello, el caso del asesinato del cardenal Soldevilla resulta todavía más espectacular. Desde los motines de 1835 ningún eclesiástico había sido asesinado por razones políticas en España y sólo un obispo había muerto por esta causa, el obispo de Vich y destacado contrarrevolucionario, Raimon Strauch, un siglo antes, en 1823. Tampoco en Europa encontramos casos similares y habría que remontarse cincuenta años, a 1871 para encontrar un alto dignatario de la Iglesia católica asesinado, el arzobispo de Paris, Georges Darboy, durante la Comuna de París.
El asesinato de Soldevila adquirió una especial relevancia por el momento en el que produjo, tras uno de los ciclos de agitación social y política más espectaculares de la historia de Zaragoza y España, el conocido como trienio bolchevique, 1917-1920. La conflictividad social continuó muy presente durante el siguiente trienio con la violencia política del pistolerismo. De hecho, «los Solidarios», Rafael Torres Escartín y Francisco Ascaso justificaron la muerte del cardenal porque lo consideraban responsable político del asesinato unos días antes del sindicalista Salvador Seguí en Barcelona. Pocos días antes de su asesinato, el propio prelado había recibido amenazas de muerte y estaba bastante preocupado.
El cardenal Soldevila era una figura mediática, con una fuerte presencia política y que gozaba de un gran prestigio dentro de los medios de derechas. A su labor como senador, habría que añadir su papel en la movilización contra las medidas secularizadoras de las dos primeras décadas del siglo XX, el impulso de la Acción social católica y el apoyo del experimento de democracia cristiana del Partido Social Popular. Tan sólo unos meses antes de su asesinato, en marzo de 1923 había liderado una campaña del episcopado español contra la reforma del artículo 11 de la Constitución de 1876 sobre la libertad de cultos. Esta constante labor política hizo que durante la década de 1920 fuera señalado con encono por los medios libertarios. Así, en sus memorias, el anarquista Abel Paz justificaba su asesinato no tanto por su calidad de eclesiástico sino como símbolo del orden político de la Restauración y de la aspiración de la Iglesia a penetrar en el mundo sindical. De hecho, los medios libertarios llegaron incluso a acusarle de proteger a los pistoleros de la patronal.
Aunque lo desligaran de su condición eclesiástica, lo cierto es que el atentado se enmarca en un contexto de desarrollo del anticlericalismo en el primer tercio de siglo XX que se tradujo en numerosos altercados por la presencia de la Iglesia católica en la esfera pública. Para una parte de la población, la Iglesia era vista como un obstáculo para el progreso, un bastión de las posiciones tradicionales. Estos discursos eran ciertamente esencialistas y reducían tanto a eclesiásticos como creyentes a un modelo que, si bien era mayoritario, no era el único existente en su época.
Memoria de dicha violencia
El propio funeral de Soldevilla se convirtió en una gran demostración de masas a la que acudieron tanto autoridades religiosas, civiles, políticas y militares, asociaciones católicas y el concurso de una gran parte de la población. En el lugar del asesinato fue erigido un monumento el 4 de junio de 1924. Con la construcción del colegio de Santa María Reina fue integrado en el patio y recientemente, en 2024, ha sido llevada al palacio arzobispal de Zaragoza. Asimismo, una calle de las Delicias recibió su nombre y sus restos mortales descansan en la basílica del Pilar frente a la Santa Capilla, junto a las banderas hispanoamericanas.
El asesinato de Soldevilla fue utilizado para legitimar el golpe de Estado de septiembre de 1923. El propio dictador utilizaba el asesinato del cardenal para justificar el golpe de Estado ante la opinión pública española: «No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano demanda e impone. Asesinatos de prelados, ex gobernadores, agentes de la autoridad, patronos, capataces y obreros». Asimismo, el atentado fue utilizado a la postre
Bibliografía
Forcadell Álvarez, Carlos, “Zaragoza 1917-1923: conflictividad social y violencia. El asesinato del cardenal Soldevila”, en Eloy Fernández Clemente y Carlos Forcadell Álvarez, Aragón Contemporáneo. Estudios, Zaragoza, Guara, 1986, pp. 207-220
Montolío Millán, Fernando, “El asesinato del Cardenal Soldevila”, Aragonia sacra, X (1995), pp. 169-190.
Ramón Solans, Francisco Javier, “La Iglesia: Reconquistar el espacio público con la muerte (1874-1923)”, en Pierre Géal y Pedro Rújula (ed.), Los funerales políticos en la España contemporánea: cultura del duelo y usos públicos de la muerte, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2023, pp. 233-259
Salomón Chéliz, María Pilar Anticlericalismo en Aragón. Protesta popular y movilización política (1900-1939), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2002, pp. 276-277.
Autoría
Francisco Javier Ramón Solans (Universidad de Zaragoza)
