Asesinato del obispo Florentino Asensio Barroso (1893-1936)

Resumen

El fusilamiento del obispo Florentino Asensio Barroso ocurrió en Barbastro en agosto de 1936, donde permaneció encerrado en el Colegio de los escolapios desde los primeros días de la sublevación franquista contra la II República. Todo el ensañamiento que rodeó su muerte fue especialmente cruento y por ello, unido a la distinción de su cargo, encabezó las listas de los “mártires de la cruzada” de esta localidad durante el franquismo. El fracaso del golpe de Estado en la mitad oriental de la provincia de Huesca, donde se encontraba Barbastro, tuvo como consecuencia un vacío de poder que abrió la posibilidad a la instauración de la revolución social. La llegada de las milicias marcó el punto de inflexión en la retaguardia republicana aragonesa desencadenando los procesos represivos.

Lugares

Lugar del arresto: Palacio Episcopal, Barbastro.

Lugar de encarcelamiento: Colegio de las Escuelas Pías de Barbastro.

Lugar de la muerte: Cementerio de Barbastro

Fecha

Fecha de arresto: 20 de julio de 1936.

Fecha de la muerte: 9 de agosto de 1936

Tipo de violencia

física, arresto, privación de la libertad y asesinato. El obispo fue fusilado, junto con otros religiosos, víctima de la violencia anticlerical desatada en la retaguardia republicana durante la guerra civil española (1936-1939).

Insitución/Agente

grupos de milicianos

Víctimas

Obispo Florentino Asensio Barroso

Contexto

En los primeros días de la sublevación de julio de 1936 en Barbastro, hasta que militares y fuerzas del orden se posicionaron, los miembros de los partidos republicanos y de los sindicatos, sobre todo anarquista, constituyeron un Comité revolucionario para controlar el territorio y mantenerlo fiel a la Republica. Por esa razón se desplazaron hasta los edificios de la Iglesia, para registrarlos y detener a los religiosos, considerados colaboradores de los rebeldes.

El 20 de julio arrestaron al obispo Florentino Asensio en el Palacio Episcopal, que quedó requisado. Unos días más tarde ingresó a la cárcel improvisada en el Colegio de los escolapios donde permaneció encerrado, compartiendo espacio con el resto de los religiosos apresados, hasta el 8 de agosto, día en que fue trasladado a los bajos del edificio del Ayuntamiento. Previo a ser fusilado sufrió la amputación de sus testículos. Parece que el responsable fue Alfonso Gaya, un joven peón detenido en los sucesos de 1933, que se vanagloriaba de su hazaña mostrando los testículos del obispo envueltos en un papel por las tabernas de la localidad. El obispo continuó encerrado unas horas hasta la madrugada del día 9 de agosto. Lo montaron en un camión junto a otros religiosos, condujeron hasta el cementerio y los fusilaron, sin tener la suerte de una muerte inmediata. Este ensañamiento con el obispo alcanza, desde un enfoque antropológico, un significado contrarritual, y enlaza con todos los castigos, entre ellos la castración, que según el anticlericalismo más exacerbado merecían los sacerdotes.

El obispo Florentino Asensio Barroso había ocupado su cargo cuatro meses antes de que estallase la sublevación. Sucedió a Nicanor Mutiloa (1927-1935), quién se enfrentó a arraigadas disputas en Barbastro entre poder eclesiástico y civil como la “cuestión del seminario”, que llegó a ser asaltado la noche del 1 al 2 de agosto de 1933, y se entregó a la labor propagandística tras la formación de la Junta de Acción Social Católica de Barbastro. Heredó la labor de su predecesor al frente de una diócesis no exenta de conflictos sociales y con presencia de la cultura anticlerical y del clericalismo. Pero nada de esto puede explicar la represión desencadenada y el grado de violencia anticlerical alcanzado en el verano de 1936 salvo el vacío de poder generado por el fracaso del golpe de Estado en Barbastro. Las nuevas autoridades revolucionarias surgidas en este vacío de poder controlaron la situación hasta que, a principios de agosto, llegaron las milicias al territorio aragonés desde Cataluña e inmediatamente se desató la represión.

Memoria de dicha violencia

La violencia anticlerical fue utilizada desde el comienzo por los rebeldes para socavar la imagen del bando republicano. Los religiosos que encontraron la muerte en la retaguardia republicana fueron incluidos entre los “mártires de la cruzada” que incluía a todos aquellos que habían muerto luchando o apoyando la sublevación. La iglesia compartió y colaboró con el régimen en la construcción de esta memoria del conflicto colgando en los muros de sus iglesias lápidas con los nombres de estos mártires.

Desde 1937 hay una voluntad de la Iglesia de recabar toda la información posible sobre la violencia que sufrieron sus miembros. Por su cargo, la muerte del obispo Florentino Asensio está muy bien documentada. Su nombre encabeza todas las listas de los martirologios editados sobre esta ciudad y de las placas y monumentos conmemorativos.

La iglesia católica española reclamaba el reconocimiento de sus muertos como mártires por parte de su institución, a lo que el Vaticano se resistió hasta el papado de Juan Pablo II quien beatifica al obispo Florentino Asensio Barroso, proclamado mártir por la Iglesia Católica, el 4 de mayo de 1997, junto a Ceferino Jiménez Malla, el Pelé, laico católico barbastrense de etnia gitana que también murió fusilado en 1936.

Una escultura del obispo preside el retablo de la capilla de San Carlos Borromeo, conocida como “de los mártires” de la Catedral de Barbastro, donde reposan sus restos junto a los de otros sacerdotes diocesanos. En la sacristía de esta capilla hay un pequeño museo con objetos que le pertenecieron. Su festividad religiosa se celebra el 9 de agosto. Su imagen también se encuentra en un mosaico en la capilla de la Conferencia Episcopal Española y, entre 2004 y 2006, se construyó en Valladolid, de donde era originario, la iglesia del Beato Florentino Asensio, en el barrio de Covaresa.

Actualmente la Ley de Memoria Democrática de 2022 (Ley 20/2022, de 19 de octubre) obliga a retirar los símbolos franquistas en España. Esta ley amplía y refuerza las disposiciones de la anterior Ley de Memoria Histórica de 2007, que ya ordenaba a las autoridades a tomar medidas para la retirada de símbolos franquistas en edificios, calles y lugares públicos. En el año 2023 la Diócesis de Barbastro-Monzón mantuvo las listas de víctimas, pero procedió a retirar la simbología franquista, las menciones a caídos por Dios y por España y José Antonio Primo de Rivera de la pared de la Iglesia de San Francisco de Asís y del Cementerio del Cabildo-Catedral.

Imagen del Mosaico del Beato en la Capilla de la Conferencia Episcopal Española. En: Beato Florentino Asensio Barroso, obispo mártir de Barbastro.

Bibliografía

Casanova, Julián, “Rebelión y revolución”, en Santos Juliá (coord.), Víctimas de la guerra civil, Madrid, Temas de Hoy, 1999, pp. 150-157

Casanova, Julián, La iglesia de Franco, Madrid, Temas de Hoy, 2001, pp. 154-202

Delgado, Manuel, La ira sagrada: anticlericalismo, iconoclastia y antirritualismo en la España contemporánea, Barcelona, RBA libros, 2012

Salomón Chéliz, María Pilar, Anticlericalismo en Aragón. Protesta popular y movilización política (1900 -1939), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2002, pp. 291-302



Dicasterio para las Causas de los Santos.
[Consultado el 27 de febrero de 2025]. Disponible en: https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/csaints/index_sp.htm

Autoría

Ester Casanova Nuez (Universidad de Zaragoza)