Asesinatos de los Padres Escolapios

Resumen

El golpe de estado del 18 de julio de 1936 fracasó en la mitad oriental de la provincia de Huesca, incluida Barbastro. En estos primeros momentos, las miembros de las organizaciones sindicales implicados en el control y organización de la retaguardia fueron a las iglesias, monasterios, seminarios y conventos y detuvieron al clero masculino, considerado desafecto a la República. Desde los primeros días, el colegio de los Padres escolapios se utilizó como cárcel. Allí fueron encerrados todos los miembros de las órdenes religiosas de Barbastro, incluidos ellos mismos, el clero secular arrestado y el obispo de la diócesis. Con la llegada de las milicias de tierras catalanas a comienzos de agosto, la violencia se desencadenó quitándole la vida, entre los días 2 al 15 de agosto, a nueve escolapios de la ciudad de Barbastro.

Lugares

Lugar del arresto y del encarcelamiento: Colegio San Lorenzo de las Escuelas Pías de Barbastro. Lugar de la muerte: Cementerio de Barbastro

Fecha

2 al 15 de agosto de 1936

Tipo de violencia

física, privación de la libertad y asesinato. Los escolapios fueron fusilados, junto con otros religiosos, víctimas de la violencia anticlerical desatada en la retaguardia republicana durante la guerra civil española (1936-1939).

Insitución/Agente

Grupos de milicianos

Víctimas

Mariano Tabuenca, Valero Tegel, Rafael Cólera, Pedro Cester, Eulogio Malo, Isidro Aparicio, Crisanto Domínguez, Julián Domínguez, Pompilio Torrecilla

Contexto

El golpe de estado no triunfó en Barbastro e, inmediatamente, las autoridades revolucionarias decidieron controlar la retaguardia visitando las iglesias, conventos, seminarios y monasterios y arrestando al clero, a quien se consideraba enemigo de la República. En la ciudad había un gran número de religiosos, tanto regulares como seculares y, al no caber en las dependencias de la cárcel, los miembros del comité decidieron utilizar el Colegio de los escolapios como prisión. Los escolapios quedaron encerrados en su propio colegio. Allí compartieron espacio con los benedictinos, los claretianos, sacerdotes apresados en la ciudad y los pueblos de la diócesis, y con el obispo Florentino Asensio.

El culto fue suspendido y la utilización de edificios de la Iglesia para fines no religiosos fue la tónica general en toda la retaguardia republicana. Los utilizaron como almacenes, oficinas, albergues, comedores…en una completa desacralización del espacio en el nuevo orden social revolucionario. El colegio de los escolapios, además de como cárcel, también sirvió para organizar comedores para las columnas Ascaso y Lenin que llegaron a Barbastro.

La presencia de las Escuelas Pías en Barbastro se remonta a 1677, siendo una de las órdenes más importantes de Barbastro dedicada a la educación. Pese al proyecto de educación laica de la II República y la oposición de la Iglesia al mismo, las órdenes que se habían implicado en la educación de las clases más desfavorecidas contaban con el favor, no exento de reproche, de algunos republicanos. Eso puede explicar el menor número de fusilados pertenecientes a los escolapios en la ciudad de Barbastro, aunque en otras partes de la retaguardia republicana no les sirvió.

En cualquier caso, las muertes de los escolapios, al igual que las del resto de los religiosos, comenzaron con la llegada de las milicias. Hasta entonces, las autoridades locales habían conseguido contener la situación. Pero, entre el 2 y el 15 de agosto de 1936, son fusilados en el cementerio de Barbastro nueve escolapios, coincidiendo en fechas y lugares con claretianos y benedictinos. La mayoría de los sacerdotes, el 87,8% del clero secular de la diócesis de Barbastro, también murió durante el verano de 1936. Lo mismo sucedió en toda la retaguardia republicana, la violencia se concentró en estos primeros meses.

El fracaso del golpe de estado en este territorio produjo un vacío de poder que intentaron llenar las autoridades revolucionarias y el avance de las milicias desde los territorios catalanes hacia el frente hizo que se desatara esta extrema violencia anticlerical contra los considerados enemigos de la Republica y representantes del antiguo orden.

Memoria de dicha violencia

Desde el primer momento, la Iglesia española recogió toda la información sobre las muertes de sus miembros en la retaguardia republicana. Desde 1937 y conforme avanzan las tropas franquistas los nuevos párrocos elevan informes a los superiores de su diócesis relatando lo sucedido desde julio de 1936. Desde 1940, además, con el proceso de investigación ordenado por decreto por el Ministerio de Justicia denominado la Causa General, los informes continúan.

Para el régimen franquista todos los que murieron apoyando o luchando por su causa fueron incluidos como “mártires de la cruzada”. Y se recordaban en ceremonias, lápidas y monumentos que poco a poco irían surgiendo durante los años cuarenta por todo el territorio nacional. De esta manera se trasmitía una determinada memoria del conflicto, que justificaba al régimen, cohesionaba a una parte de la población y demonizaba a otra, en medio de la represión de postguerra y del duelo.

Los escolapios de Barbastro no fueron beatificados por la Iglesia Católica. Aunque sí lo fueron otros miembros de esta orden de Peralta de la Sal: Dionisio Pamplona Polo, Manuel Segura López, Faustino Oteiza Segura, David Carlos de Vergara Marañón y Florentín Felipe Naya, beatificados el 1 de octubre de 1995 por el Papa Juan Pablo II.

El 4 de abril de 1938 la orden volvió a tomar posesión del edificio y se inició una larga restauración. Actualmente el colegio de las Escuelas Pías de Barbastro tiene otra ubicación.

La Ley de Memoria Democrática de 2022 (Ley 20/2022, de 19 de octubre) obliga a retirar los símbolos franquistas en España, ampliando y reforzando las disposiciones de la anterior Ley de Memoria Histórica de 2007, que ya ordenaba a las autoridades a tomar medidas para la retirada de símbolos franquistas en edificios, calles y lugares públicos. En el año 2023 la Diócesis de Barbastro-Monzón mantuvo las listas de víctimas, pero procedió a retirar la simbología franquista, las menciones a caídos por Dios y por España y José Antonio Primo de Rivera de la pared de la Iglesia de San Francisco de Asís y del Cementerio del Cabildo-Catedral.

La Plaza de la Constitución a comienzos del siglo XX. Ibarra Benlloch, Martín, «Las plazas de Barbastro. Imágenes (1880-2004)» En: http://www.unedbarbastro.es/exposicionesHistorial/2004/212/default.asp?desplegado=7&submenu=28&submenu2=59

Bibliografía

Azpíroz, José María, Del espejismo de la revolución a la venganza de la victoria: guerra y posguerra en Barbastro y el Somontano (1936-1945), Zaragoza, Pregunta, 2018

Casanova Ruiz, Julián, La iglesia de Franco, Madrid, Temas de Hoy, 2001, pp. 295-305

Salomón Chéliz, María Pilar, Anticlericalismo en Aragón. Protesta popular y movilización política (1900 -1939), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2002, pp. 291-30



Archivo Histórico Municipal de Barbastro, Libros de Actas (1938-1941)

Autoría

Ester Casanova Nuez (Universidad de Zaragoza)