Cárcel de Ramón Campo Ros

Resumen

Entre las víctimas de la Guerra civil suele pasarse por alto las víctimas religiosas del bando sublevado. El nuevo régimen dictatorial reprimió a eclesiásticos considerados disidentes por sus sensibilidades políticas y nacionales, así como a los protestantes que vieron como sus lugares de cultos, centros educativos e instituciones benéficas fueron cerrados. Algunos como Ramón Campo Ros sufrirían presidio por sus sensibilidades religiosas y sociales.

Lugares

Laguarres, Huesca.

Fecha

27 de septiembre de 1938

Tipo de violencia

Física, prisión

Insitución/Agente

Autoridades franquistas

Víctimas

Ramón Campo Ros

Contexto

La Guerra civil española tuvo una importante dimensión religiosa. La naturaleza laica del proyecto republicano había generado una dura oposición dentro del catolicismo español desde 1931. Además, con muy escasas excepciones, ningún eclesiástico se pronunció a favor del nuevo orden republicano y, cuando se pronunciaron en materia política, adoptaron posiciones conservadoras y antiliberales. Este posicionamiento político explica en parte que fueran uno de los colectivos señalados durante el proceso revolucionario que se desencadenó el golpe de Estado de 1936. Se calcula que 6.832 miembros del clero católico fueron ejecutados, la mayor parte de ellos durante el verano de 1936. Multitud de bienes muebles e inmuebles vinculados con el catolicismo fueron destruidos y el culto se vio prácticamente suspendido durante toda la guerra a pesar de los intentos por restaurarlo desde 1937. La violencia contra el clero no sólo se dio en el bando republicano, sino que también encontramos ejemplos de eclesiásticos que fueron encarcelados y/o ejecutados por su compromiso social y republicano o por su vinculación con el nacionalismo catalán y vasco.

La experiencia de los protestantes en la Guerra civil fue bastante diferente. En 1936 existían unos 20.000 evangélicos/as en toda España, con unos 200 centros de culto, algunos centros docentes de diferentes niveles y dos hospitales. Las comunidades protestantes habían visto con esperanza la proclamación de la Segunda República y la ruptura del principio confesional católico. Con el golpe de Estado, su situación en el lado republicano fue mucho más benigna, aunque su culto se viera perturbado, no sufrieron la violencia anticlerical.

En el bando sublevado, la situación fue diferente ya que, para las nuevas autoridades, el protestantismo estaba asociado con el republicanismo y el socialismo. Esta asociación tenía una base real ya que su acción evangelizadora se había dedicado fundamentalmente a los sectores populares y se habían distanciado de todas las opciones políticas conservadoras que mantenían una definición confesional de la nación. La restauración del Concordato con la Dictadura dejó al protestantismo en una situación paralegal. No podía existir ningún credo que no fuera católico. Por orden de las nuevas autoridades franquistas, los protestantes fueron depurados de sus trabajos y los templos, colegios e instituciones benéficas cerrados.

Algunos pastores protestantes fueron reprimidos por su compromiso religioso y político. Este sería el caso del antiguo alcalde de Laguarres (Huesca) y activo difusor del protestantismo en el Alto Aragón, Ramón Campo Ros. Según parece Ramón Campo se había convertido al protestantismo en Buenos Aires donde había emigrado. A su regreso a España sería nombrado alcalde de su pueblo en 1914. En 1919 asistió a la celebración de la Asamblea de la Iglesia evangélica española en Madrid, donde conoció a dos pilares de la difusión del protestantismo en Huesca, Salvador Ramírez y el colporteur y antiguo monje de Mallorca, Juan Bibiloni. Consigue abrir al poco tiempo en su casa una capilla y una escuela. Sin embargo, durante el período de la dictadura de Primo de Rivera, debido a las presiones del nuevo alcalde, el edificio será clausurado temporalmente en diversas ocasiones.

Durante la Guerra civil, volvió a formar parte de la comisión municipal. Al ser tomado el pueblo por el bando sublevado es detenido y condenado a 30 años por adhesión a la rebelión. El 27 de septiembre de 1938 ingresa en la Prisión Provincial de Salamanca y dos meses después es trasladado a la Prisión central de Burgos. Siendo liberado en 1943. Se le abre también un proceso por la ley de responsabilidades políticas que será sobreseído. Más allá de su pertenencia a la corporación municipal en 1936, el informe no prueba ningún tipo de actividad política, por lo que todo hace suponer que la razón de su represión sería su actividad evangelizadora protestante.

Memoria de dicha violencia

Ningún nombre o placa recuerda su nombre.

Ficha de liberado condicional de Ramón Campo, Archivo Histórico Provincial de Huesca.

Bibliografía

Ramón Sebastián Vicent, Vicente Bello Fuentes, José P. de la Piedra Simon, Protestantismo y tolerancia en Aragon (8170-1990), Zaragoza, Mira Editores, 1992

Autoría

Francisco Javier Ramón Solans (Universidad de Zaragoza)