Cruz en homenaje a los padres Boggiero y Sas

Resumen

El 20 de febrero de 1809 se firmó la capitulación que pondrá fin al segundo sitio de Zaragoza. La guarnición zaragozana se comprometió a salir al día siguiente de de la ciudad por la puerta del Portillo y dejar las armas a cien metros de la puerta, pudiendo sus hombres pasar al servicio del ejército francés o quedar prisioneros. Los habitantes serían desarmados, pero podrán conservar sus propiedades. En cuanto a los clérigos “serán respetados y puestos centinelas en las puertas de los principales templos”. A pesar de ello, en la noche del 24 de febrero, el padre escolapio Basilio Boggiero fue sacado de la casa en la que habitaba por un piquete de tropa francesa. De allí pasaron a buscar al padre Santiago Sas y ambos fueron sacados por la puerta del Ángel y conducidos al puente de Piedra donde serían asesinados. A continuación, en medio de la noche, sus cuerpos fueron lanzados al Ebro.

Lugares

Puente de Piedra

Fecha

24 de febrero de 1809

Tipo de violencia

física, asesinato. Según los testimonios, fueron muertos a bayonetazos o fusilados

Insitución/Agente

Soldados franceses bajo las órdenes del mariscal Lannes

Víctimas

el padre Basilio Boggiero, escolapio y el presbítero, Santiago Sas, presbítero de la parroquia de san Pablo

Contexto

El padre Basilio Boggiero fue un escolapio de ascendencia italiana nacido en una pequeña población cercana a Génova en 1752. Había llegado a España siguiendo a su hermano y en 1768 ingresó en el Colegio Calasancio de Zaragoza, donde estudio y se hizo sacerdote. Vivió como preceptor en casa de los marqueses de Lazán, lo que le proporcionó un gran ascendiente sobre sus hijos, en especial sobre José de Palafox que contaría con él como fiel consejero desde su regreso a Zaragoza en mayo de 1808.

Boggiero fue autor de diversas obras de poesía, traducciones, manuales de retórica, vidas ejemplares e, incluso, proyectos de educación. Fue nombrado en 1795 predicador del rey y examinador sinodal de la diócesis de Zaragoza.

Durante los Sitios de Zaragoza este escolapio se convertiría en un fiel consejero de José de Palafox. Se atribuye a su pluma la autoría de alguna de las más célebres proclamas del capitán general de Aragón, como el manifiesto del 31 de mayo de 1808, que comenzaba con la conocida frase: “La providencia ha conservado en Aragón una cantidad inmensa de fusiles, municiones y artillería de todos calibres…”. Estuvo a su lado hasta el final de los Sitios. En el momento de la capitulación José de Palafox, por indisposición o por falta de voluntad, no formó parte de la comisión que se dirigió al encuentro del mariscal Lannes para establecer las condiciones de la entrega de la ciudad a las tropas imperiales. Boggiero le acompañaba en estos momentos y fue en casa de Palafox donde sería detenido la noche de su muerte.

Por su parte, Santiago Sas era un sacerdote zaragozano nacido en 1774, beneficiado de la parroquia de San Pablo, que participó muy activamente en los combates de los Sitios de Zaragoza. Su figura característica, con la sotana y un sable en la mano, fue inmortalizada en los grabados Las Ruinas de Zaragoza, de Juan Galvez y Fernando Branvila en actitud de capitanear a los defensores contra los franceses.

La noche del 24 de febrero de 1809, un piquete de granaderos franceses fue a casa del general Palafox e hizo prisionero al padre Boggiero. De allí se dirigieron a la calle Nueva del Mercado (hoy Torre Nueva) donde vivía el presbítero Sas, a quien también hicieron preso. Ambos fueron sacados de la ciudad por la puerta del Ángel y, llegados al puente de piedra, fueron asesinados por los franceses a bayonetazos. Después sus cuerpos fueron lanzados por encima del pretil del puente a las aguas del Ebro. Según algunos testimonios, sus cuerpos quedaron durante mucho tiempo detenidos por la vegetación de las riberas hasta que, finalmente, la corriente los arrastró río abajo.

Este acto de represión sobre dos religiosos está en relación a la responsabilidad que los militares franceses siempre atribuyeron a los clérigos por ser los que habían alentado la defensa a ultranza de la ciudad y ocasionado los enormes sacrificios en vidas y recursos que había supuesto la toma de Zaragoza. Lannes había escrito: “Son terribles aquellos frailes. Los dos consejeros del Masrqués de Palafox han hecho más que él en la defensa de Zaragoza, inspirando a aquella población intrépida que nos ha sido necesario derribar a cañonazos como si fueran murallas. ¡Qué ciudadanos aquellos dos frailes y tantos otros como yo he visto animando por todas partes al pueblo con un crucifijo en la mano!”.

Memoria de dicha violencia

Con motivo del centenario de los sitios de Zaragoza, el 15 de junio de 1908, fue inaugurada por el rey Alfonso XIII una cruz diseñada por el arquitecto Ricardo Magdalena. Esta cruz fue instalada en uno de los tajamares del puente de Piedra, el mismo sitio donde, según las crónicas, fueron arrojados al río los cadáveres de los clérigos zaragozanos. La cruz, realizada en piedra, tiene una placa donde puede leerse la siguiente inscripción:

Aquí fueron vilmente asesinados el R.P. Basilio Boggiero y el presbítero M. Santiago Sas. Aquí cayo mortalmente herido el general Baron de Warsage. Honor a los héroes y gloria a los mártires. Primer centenario de los sitios 1808 y 1809.

Santiago Sas, aguafuerte de Galvez y Branvila.

Fotografía de la cruz sobre el puente de Piedra.

Bibliografía

Pastor Beltrán, ángel, Los escolapios y los Sitios de Zaragoza. Biografía del P. Boggiero, Zaragoza, Imprenta de Heraldo de Aragón, 1959.

Gil Novales, Alberto, “Boggiero Spottorno, Basilio”, en Diccionario biográfico de España (1808-1833), De los orígenes del liberalismo a la reacción absolutista, Madrid, Fundación Mapfre, 2010, vol. I, p. 435.

Gil Novales, Alberto, “Sas Casayau, Santiago”, en Diccionario biográfico de España (1808-1833), De los orígenes del liberalismo a la reacción absolutista, Madrid, Fundación Mapfre, 2010, vol. III, p. 2845.

Contento Márquez, Rafael, Las Ruinas de Zaragoza de Gálvez y Brambila. Una epopeya calcográfica, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2010.

Autoría

Pedro Rújula (Universidad de Zaragoza)